Historia
Los orígenes del municipio se remontan a 1811 cuando se establece que el territorio que hoy ocupa el municipio se transfería del Cantón de La Grita (en el actual Estado Táchira) al recién creado Cantón de Bailadores, luego en 1845 se decreta la creación de la Parroquia Murmuquena bajo la jurisdicción del Cantón de Bailadores, sin embargo, el decreto no se ejecutó. La iniciativa de crear la parroquia continuó y el 29 de noviembre de 1850 se crea definitivamente la Parroquia Francisco Antonio Zea.
En 1909 es elevado a la categoría de Municipio Foráneo dentro del antiguo Distrito Tovar hoy Municipio Tovar. Se mantuvo bajo la jurisdicción del Distrito Tovar hasta 1992 cuando la Asamblea Legislativa del Estado Mérida lo declara con autonomía denominándolo Municipio Zea.

Los parajes de Murmuquena cuentan que las cristalinas aguas del sector, también señalado como Borbuquena, fueron conocidas por funcionarios de la ciudad del Espíritu Santo de la Grita, a mediados del siglo XVIII. El archivo grítense registra la primera mención en 1765 indicando que estos parajes corresponden a la jurisdicción de la entonces ciudad señera de los andes, la otra capital de la gobernación. Los pocos detalles que se incluyen dan cuenta de la presencia de indígenas hostiles que impedían el paso hacia el Lago de Maracaibo y que habían extendido su influencia hasta el caserío de Nuestra Señora de Regla de los Bailadores, hoy Tovar.

En la Comunidad mocotiense incendiaron en par de oportunidades la iglesia de paja construida por el padre Francisco José Cebados de Obregón, en la parte sur. La última incursión la ubican los documentos en 1768, cuando el sacerdote colombiano Francisco Javier Jiménez de Molina comenzaba a construir la primera iglesia de tapias y madera de la Virgen de Regla, en el actual sitio. En esta oportunidad no se cometieron los desmanes de las dos visitas anteriores. Estos indios son señalados reiteradamente como la "cruel tribu de los motilones" o "nación bárbara motilona".

Es muy posible que se trate de un grupo de indios giros, cuyo asentamiento inicial estaba en la cercanía de Lagunillas, hoy Municipio Sucre. Una parcialidad se ubicó entre Onia y Murmuquena. El ayuntamiento de La Grita acometió la pacificación de la tribu. Los documentos hablan de que los viajeros pudieron en adelante hacer sus recorridos sin peligros. Mientras tanto, habitantes de esa ciudad penetraron en los parajes murmuquenenses para improvisar plantaciones. Debemos recordar que son gritenses los primeros pobladores de Bailadores y Nuestra Señora de Regla, pueblos ya consolidados para el momento en que se hacen las primeras menciones de Murmuquena. Tres de esos gritenses, registrados para 1783 como habitantes de Bailadores, incursionaron en Murmuquena. Las tierras que ocupan ciudad. Los predios alcanzan hasta el cerro de La Cuchilla y las vecindades del Páramo de Marino.

Estos pioneros aprovecharon la pacificación indígena para establecer cultivos. Se mencionan plátanos y maíz. Para cultivar la tierra no poseían los títulos otorgados por la Corona Española, representada en esos años por Virrey de Santafé de Bogotá y en nuestro medio por la municipalidad de la Ciudad del Espíritu Santo de la Grita. Los documentos indican que desde ocho años antes (1775) estaban cultivando. A fines de 1782 y principios de 1783 el Juez Subdelegado de tierras de la Grita, Francisco de Paula Arteaga, convocó a todos los ciudadanos ocupantes de las estancias y hatos ("Tierras realengas") a que las denunciasen para proceder a las respectivas ventas. En otras palabras, el funcionario real buscaba regularizar la tenencia de numerosos terrenos no registrados en el archivo grítense y así posibilitar el ingreso de dinero al tesoro español. Ya para entonces no se estaban realizando las visitas de los oidores del Virrey, pues las funciones se habían transferido a los ayuntamientos y a los corregidores de indios. Matías José Escalante, Juan Antonio Escalante y Felipe Márquez, son los gritenses que se abrieron paso en la espesa vegetación, en medio de la selva, para comenzar un largo recorrido que hoy nos conduce hasta esta comunidad. El veintiocho de febrero de mil setecientos ochenta y tres, se dirigieron, a través de un representante, por no saber firmar, al Juez Arteaga para definir la propiedad de los fundos agrícolas. Felipe Márquez, representado por Raimundo Morales, también solicita que se deslinden sus tierras con las de Don Francisco Rivas, cuya propiedad se extendía hasta el Paramo de Marino. Como deslindador es comisionado el grítense José Ignacio Guerrero de Librillos, prominente hombre público que había sido Alcalde de la Grita.

Márquez aduce sus precarias condiciones económicas, pero las autoridades no vacilan en indicar los impuestos reales y los honorarios del Juez, del deslindador y de los testigos. Tres años más tarde, los agricultores Escalante y Márquez fueron posesionados de sus tierras, el 25 de abril de 1786. Hicieron un pago a las Cajas Reales por 37 pesos y 2 Reales y medio. Al lugar acudió el Alcalde de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, Don Bernardo Fernández de Mora acompañado de Juan Andrés Sánchez y José Antonio Sánchez. Estos dos últimos aparecen en diferentes años ocupando posiciones dentro del ayuntamiento grítense.
El acto oficial de posesión, de afirmación de la propiedad, tiene dos circunstancias bien importantes. Se trata de la primera visita de un alto funcionario del gobierno español, el Alcalde grítense, a tierras del Murmuquena. En segundo lugar, constituye el primer acto oficial que se cumplió en estas, con testigos presenciales y con documento que se conserva en el Archivo Histórico de La Grita, actualmente ubicado en el Registro Principal del Estado Táchira, en San Cristóbal.

Por lo tanto, la fecha del 25 de abril de 1786 reviste especial importancia en la estructuración de la historia local. De ese ya bicentenario historial debe recordarse como primer hito el registro del nombre Murmuquena en la municipalidad de La Grita como territorio de esa antigua jurisdicción. En cuanto al tutelaje de la parroquia de Bailadores se refiere fue creado en el año 1811 el Cantón de Bailadores, separado del Cantón de La Grita, teniendo como parroquias a lo que es hoy Tovar, entonces denominada Parroquia de Bailadores y Guaraque. Murmuquena era un centro agrícola de menor significación, pero que pocos años más tarde, comienza a figurar en las estadísticas económicas por contribuir con impuestos a las arcas municipales.

Un dato lo explica con suficiencia. En el informe de las rentas municipales de 1847, el administrador Pedro Nolasco Omaña, indica que las tiendas de camino de Murmuquena aportan a la Parroquia de Bailadores treinta pesos. En el mismo año las tiendas de El Volcán y La Playa pagaban un total de veintitrés pesos. Se trata de un elemento informativo clave para saber que para entonces las posesiones agrícolas de los Escalante y Felipe Márquez estaban dando paso a una pequeña comunidad cuyo ritmo de crecimiento superaba al de los caseríos El Volcán y La Playa.

Esta circunstancia de crecimiento es alegada por los habitantes de la Parroquia de Bailadores cuando asumen la disputa con la Villa de Bailadores por la capital cantonesa. Los parroquianos sostienen que las parroquias de Guaraque y Murmuquena están más cerca de su centro poblado que de Villa de Bailadores, hecho que finalmente les favoreció, pues el Congreso de la República resolvió la creación de la Villa de Tovar como sede del Cantón. En el expediente sobre la creación de la Villa Tovar aparecen varias menciones de Murmuquena, referidas por las declaraciones de los señores Francisco de Paula Vargas, Juan Agustín Gómez, Tomás Urdaneta, Cosme Valbuena, Martín Bravo, Isaac Nieto, Eloy Cordero y Wenceslao Mantilla. Estos señores, líderes de la entonces parroquia rival de la Villa, se ocupan de tutelar a Murmuquena, y son ellos los que promueven su erección como parroquia y son parroquianos los que asumen las primeras posiciones como autoridades de lo que hoy es Zea.

Mientras se profundizaban las diferencias entre las comunidades de la Villa de Bailadores y la Parroquia de Bailadores, la Diputación Provincial de Mérida en una de sus últimas sesiones del año 1845, procedió a ordenar la creación de "la nueva población o Parroquia de Murmuquena en la Jurisdicción de Bailadores". La Constitución de 1830 había encomendado a las diputaciones provinciales la atribución de acordar la creación de nuevas poblaciones. Para sustentar el acuerdo los Diputados conocieron un informe del Consejo Municipal de Bailadores, en el cual se destaca que Murmuquena contaba con más de quinientos habitantes.
Esta ordenanza fue suscrita por el presidente del parlamento rnerideño Domingo Guzmán y el Secretario Diego Troconis, el ocho de diciembre de 1845. Cuatro días más tarde estampó su firma para el ejecútese, el Gobernador Juan de Dios Picón. Disponía esta ordenanza que el Gobernador tendría a su cargo la definición de los límites de la nueva parroquia, de acuerdo con la autoridad eclesiástica y dispondría lo conveniente para la elección de los magistrados o autoridades. Debe destacarse que fue breve la vigencia de la parroquia de Murmuquena, puesto que los límites no fueron determinados oportunamente y tanto la autoridad eclesiástica como el Concejo Municipal de Bailadores no tuvieron interés en crear los mecanismos de funcionamiento del tren de autoridades.

En la diputación provincial producto de la rivalidad o la supremacía cantonal, se debatió sobre la anulación de la ordenanza de creación de la Parroquia Murmuquena, durante las sesiones de 1846. Este es el segundo gran antecedente de la historia zedeña, luego del acto de posesión formal como propietarios de los primeros agricultores establecidos en este lugar. 1786 y 1845 son años especialmente importantes. Nuevos hitos en la historia zedeña son la fundación de la parroquia eclesiástica amparada por la advocación mariana de Nuestra Señora de las Mercedes en 1865, la erección del Municipio Zea y su inclusión dentro del Distrito Tovar en 1909, y finalmente la creación del Municipio Zea como ente autónomo en 1992.
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